Hola soy Judith. Os cuento. Tras la terapia de hoy con el chico profesor le he indicado que debería buscarse otra psicóloga. Le he mentido diciéndole que tengo demasiados pacientes y que me es imposible seguir con su terapia. Ha puesto cara de extrañeza y se ha ido. ¡La tortura ha terminado! Ahora me da pena el saber que no volveré a verle. Nos vemos.