Hola soy Rebeca. Os cuento. La cabeza me estallaba, el sonido del timbre era un martillo. Bajé las escaleras y cuando abrí la puerta me encontré con un veinteañero guapísimo que preguntaba por su padre, Juanra, que se había quedado en el sofá borracho. ¡Estaba buenísimo! Lo malo es que antes de que se fuese lo vio Judith. ¡Maldita sea!
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